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Es dificil sobrevivir en este mundo solo con una sonrisa

2 oct 2010

Tractat del lobo estepario. No para cualquiera.

Otro era que hay que clasificarlo entre los suicidas. Aquí debe decirse que es erróneo llamar suicidas solo a las personas que se asesinan realmente, Entre éstas hay, sin embargo, muchas que se hacen suicidas en cierto modo por casualidad y de cuya esencia no forma parte el suicidio. Entre los hombres sin personalidad, sin sello marcado, sin fuerte destino, entre los honbres adocenados y de rebaño muchos parecen por suicidio, sin pertenecer por eso en toda su caractéristica a los suicidas, muchos, quiza, la mayoría no ponen nunca la mano sobre sí en la realidad. (...) Es peculiar del suicida sentir su yo, lo mismo da con razón que sin ella, como un germen especialmente peligroso, incierto y comprometido, que se cosidera siempre muy expuesto y en peligro, como si estuviera sobre un pico estrechismo de una roca, donde un pequeño empuje exerno o ligera debilidad interior bastarían para precipitarlo al vacio.(...) De estas naturalezas hay muchisímas perfectamente incapaces de cometer jamás en suicidio real. Para nosotros sin embargo son suicidas pues ven la rendición en la muerte, no en la vida; estám dispuertos a eliminarse, a extinguirse, a volver al principio.(...) Por otra parte a todos los suicidas les es familiar la lucha con la tenación del suicidio. Todos saben muy bien, en aguno de los rincones de su alma, que el suicidio en , en efecto, una salida, pero muy verginzante e ilegal, que en el fonde es más noble y más bello dejarse vencer o sucumbir por la vida que por la propia mano. Esta ciencia, esta mala conciencia, cuyo origen es el mismo que la mala conciencia de los llamados autosatisfechos, obliga a los suicidas a una lucha constante contra su tentación. Estos luchas como un cleptomano contra su vicio. También el lobo estepario le era perfectamente conocida esa lucha, con toda clase de armas la había sostenido, Finalmente , a la edad de los cuarente y siete años, a una ocurrencia feliz y no exenta de humorismo, que te producía a veces gran alegría. Fijó la fecha en la que cumpliera cincuenta alos como el día en el cual había poder permitirse el suicidio.(...) Y, en efecto, soportaba ahora con mucha más facilidad muchas incomodidades que antes lo martilizaban con el tiempo.(...) Y entonces se abismaba con cariño en la idea de que el día que cumpliera los cincuenta años llegarían por la mañana cartas y felicitaciones, mientras que él, seguro de su navaja de afeitar, se despedía de todos los dolores y cerraba la puerta tras de si.

2 comentarios:

bronñ dijo...

Excelente libro de Hesse. Como escribió Nietzsche alguna vez:
“El suicidio es una forma poderosa de controlarse, ayuda a pasar mas de una mala noche”

Renée Rethorique dijo...

Ay, el suicidio. Dulce anestesia y amarga rendición.